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10La cruz de Giovanni da Bologna

En marzo de 2016, se instaló esta nueva cruz en el centro, justamente delante del altar para la celebración de la misa con el pueblo. Se había encontrado allí por más de 200 años, hasta el 1819. Ahora, está colocada de nuevo entre los sacrificios de la antigua y de la nueva Alianza, representados en los altares laterales. La nave de la iglesia tiene un eje central muy claro: lleva del Pantocrátor infantil bajo la galería hacia el Señor del universo que llegará al fin de los siglos, en la punta del altar mayor.
El Crucificado, obra de Jean de Boulogne, un artista flamenco-italiano, nombrado Giambologna, centra el entero espacio de la iglesia. Esta escultura de bronce única está formada según el ideal de belleza del Renacimiento. Las manos y los pies del Crucificado están clavados en la cruz, pero su cuerpo se muestra inherido y hermoso, sin defecto. Esta es la visión creyente de una realdad interior: en la paradoja del martirizado descubrimos al amor de Dios que transforma todo lo que hay. Este cuerpo pronostica visiblemente lo que significa la “resurección de la carne”. Testifica que en cada eucaristía, el Resucitado reune a los suyos en la sagra comida. La comunidad celebra la presencia del Señor que lleva hacia la unidad, que fortaleza la fe y que regala un futuro, más allá de la muerte. A pies de la cruz está, a rodillas, María Magdalena. Esta escultura la realizó Hans Reichle, discípulo maestro alemán de Giambologna. Es un símbolo del alma creyente que necesita de la redención. Su mirada ferviente, llena de dolor, busca a la cara de Jesucristo. La fe cristiana vive del íntimo afecto a Cristo. No es otra cosa a la que quieren llevar los ejercicios espirituales de San Ignacio. La arquitectura de la iglesia de San Miguel, con todas sus obras de arte, está caracterizada por este espíritu.