Ignacio, hijo de una noble familia vasca, nació en Loyola en 1491. De acuerdo con los ideales caballerescos de su época siguió una educación cortesana y se convirtió en soldado. Durante una batalla fue gravemente herido y tuvo que permanecer en cama por meses. Allí comenzó su paulatina conversión. En adelante quería orientar su vida hacia la “mayor gloria de Dios”. Sus vivencias y experiencias interiores las apuntó en sus “Ejercicios Espirituales”, para que otros pudiesen experimentar una transformación personal semejante.
Con un grupo de amigos, entre los que estaban Francisco Javier y Pedro Fabro, estableció en 1534 en París un vínculo especial, y todos pronunciaron los votos de castidad y pobreza. De aquel círculo de amigos surgió una nueva forma de orden religiosa católica. Ésta suponía: una oración totalmente centrada en la contemplación de Jesús y en la examinación de la propia conciencia; flexibilidad en la acción, la que a su vez está completamente orientada, en unión con la Iglesia, al servicio de las personas; disponibilidad de cada miembro para ir allá adonde sus superiores quisieran enviarlo. Esto está prescrito en las “Constituciones de la Compañía de Jesús”, escritas por el mismo Ignacio de Loyola.