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11El Sacrificio de la Antigua Alianza

Los cuadros de los dos grandes altares ubicados a derecha e izquierda de la nave transversal ofrecen una ilustración de la acción salvífica de Dios; fueron pintados por Antonio Maria Viani en 1588/89. En la imagen del altar de la derecha está representado el Dios Trino, es decir, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, éste último simbolizado por una paloma. Coros de ángeles rodean a la Trinidad. Abajo, se aprecia un altar con instrumentos sacrificiales; al lado, se ubican Aarón, vestido de sumo sacerdote, y Moisés con las tablas de los Diez Mandamientos. Detrás de Aarón se observa a David, Abrahán, Salomón y Judit; detrás de Moisés, a Noé y Josué. En la parte elevada detrás del altar, a la izquierda, aparece caído Abel, asesinado por su hermano Caín. Al centro de la imagen hay una alusión al árbol del paraíso, rodeado por una serpiente.
Los personajes mencionados querían ofrecer un sacrificio a Dios, pero el humo del sacrifico no ascendía a lo alto de la esfera divina. De esta manera, siguiendo la teología de su tiempo, el altar explica a partir de las narraciones del Antiguo Testamento cómo el hombre daña, por la soberbia y la violencia asesina, su relación a Dios y cómo a partir de su propio esfuerzo, mediante sacrificios o buenas obras, permanece incapaz de restablecerla.
Las dos imágenes circulares fijadas en la nave transversal representan a santos jesuitas. San Luis Gonzaga ingresó a la Compañía de Jesús en 1585. Curando a los enfermos fue víctima de una infección y murió en 1591. Se le venera como patrón de los jóvenes estudiantes.
En 1597, 26 cristianos fueron crucificados en Nagasaki, Japón, entre ellos tres jesuitas.